
Tras un desastroso
fracaso al ser atacado en un fuerte portugués por tropas de élite napoleónicas,
en el que ha perdido a buena parte de sus hombres, la carrera del fusilero
Richard Sharpe parece al borde de un abrupto y deshonroso fin.
La única
posibilidad de evitarlo y de redimirse está en el campo de batalla. Y ahí es
donde Sharpe tendrá su oportunidad. La tremenda batalla de Fuentes de Oñoro,
que duró tres días y en la que se luchó por cada palmo de terreno, incluso
puerta por puerta, será una prueba memorable para Sharpe y sus hombres, aun cuando
no se contaría entre los combates que más le gustaba recordar a Wellington
porque cometió en ella un error estratégico garrafal sobre el que la historia
oficial británica ha pasado de puntillas, pero que Sharpe no deja de señalar.
Por su parte, el
autoproclamado “Hijo querido de la
Victoria ”, el mariscal Masséna, fue convocado de inmediato a
París como consecuencia de la batalla y Napoleón no tardó en sustituirlo por el
mariscal Marmont en el mando de las tropas francesas en la Península.
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